En el marco
de la Semana Mundial de Concientización sobre la Sal que se desarrolla del 10 al 16 de marzo bajo el lema "¡Reemplace la sal!" impulsada por WASH (World Action On Salt and Health /
Acción Mundial sobre Sal y Salud), la carrera
de Licenciatura en Nutrición de la
Universidad Católica de Santa Fe hace un llamamiento intersectorial
convocando a los gobiernos, a la industria, a las empresas de restauración
colectiva y a los consumidores para a
incentivar a producir y elegir alimentos con menos sal.
El 60% de la sal que se
consumimos se encuentra oculta, es decir, ya está contenida en los alimentos
industrializados como panes, embutidos, enlatados,
congelados, fiambres, quesos duros, caldos y sopas concentradas, aderezos y
productos de copetín, porque se incorpora durante el mismo proceso de
elaboración.
La Organización Mundial de la Salud informa que la sal puede producir
cáncer de estómago e insuficiencia renal, además de favorece la aparición de
hipertensión que es un factor importante para los accidentes cerebrovasculares
y enfermedades cardíacas. Por su parte, la Sociedad Española de
Cardiología ha postulado que la sal ya puede considerarse como una droga, no
sólo por los efectos perjudiciales que provoca en la salud, sino también por la
alta capacidad adictiva que posee.
El Ministerio de
Salud de la Nación estima que en Argentina se consume más del doble de lo recomendado,
por lo que entenderíamos que los argentinos llevamos una vida muy salada. En
nuestro país la hipertensión afecta a 1 de cada 3 argentinos y tiene mayor
impacto en sectores de menor ingreso económico, siendo las enfermedades
cardiovasculares la principal causa de muerte. Los resultados de la
II Encuesta Nacional de Factores de Riesgo 2009 del Ministerio de Salud de la
Nación, entre las personas que pertenecen a la franja de más bajos ingresos, el
41,9% son hipertensos, mientras que en el sector de ingresos más altos el
porcentaje de hipertensos desciende al 27,4%.
A fines de 2013 se sancionó en
Argentina la Ley Nacional 26.905 de Promoción de la disminución del consumo de
sodio en la población, que abarca varias medidas como
regular el contenido en ciertos grupos de alimentos estableciendo valores
máximos, concientizar a la población y encarar diversas estrategias en
restaurantes. Argentina es el segundo país en el mundo en legislar en esta
línea, sin embargo el desafío que resta es establecer adecuados mecanismos de
monitoreo junto con la necesidad imperante de repensar nuestro sistema de
etiquetado de los alimentos y establecer límites al marketing de los alimentos
con alto contenido en sodio.